martes, marzo 13, 2007

Migraciones


El chico no tiene más que hambre y kilos de sobras imaginativas.
Con esas sobras, todo lo puede porque para eso sirven: para poblar imposibles.

Su patria es él mismo, su bandera nunca es blanca.

Se alimenta de colores y malabares.
Por momentos es rojo, amarillo, verde.

Un día le toreó fiero a un rojo carmesí
y no lo salvó ni su destreza de equilibrista de lujo.

No tiene hermanos ni país que lo lloren.
Ahora estrena alas de búho y se come los ojos mentirosos que nunca lo vieron,
que siempre lo negaron.
Cuando termine migrará a otra dimensión
y hará malabares en semáforos por siempre verdes.

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