sábado, febrero 03, 2007

La Fortaleza del Jinete

9y20
Un desubicado ruido me saca del sueño. Tardo unos segundos y busco el origen del tormento. Ni más ni menos que un teléfono distante, a punto de silenciarse. Corro, lo atrapo antes que se quede mudo y ahí nomás, empiezo con las explicaciones.
Acaso son necesarios los tormentos en esta vida?
Cuento, lo más lógicamente posible, mi pequeño periplo Retiro-Rosario, Rosario-Puente Saavedra. Y que voy a hacer lo que prometí, voy a cumplir con mi deber, voy a ser obediente y todas esas cosas que se pueden decir para cortar y dormir diez minutitos en paz.
No me gusta dar explicaciones. Definitivamente.

13y35
Se me pegó al labio superior el olor a la sala de terapia.
Aspirar significa meterme en la nariz los ruidos de los respiradores, el tono amanerado de un amorosísimo enfermero, las albóndigas misteriosas del plato del día, la tibieza del agua Glaciar (la única que no puedo tomar, me causa asco) con una sorbete tendencioso, los quejidos de la dama de al lado, la desnudez a la que someten a todos los internados, la ausencia de dientes, los pelos blancos, las manos frías, la tristeza hecha carne y huesos.

13y45
El boleto se manchó por el helado que me hace el aguante. De chocolate, obvio.
Me siento distante de la ventana que me vomita calor en la cara.
La calle tiene fiebre, el mundo está también en terapia intensiva.

14y18
En Corrientes la suerte me guiña un ojo y me ofrece un 19 vacío.
Otra ventana, pero con la misma acalorada manía.
Un señor mayor me pide permiso y se sienta a coquetear con el sol.
Un loco seguramente.
Revuelve sus bolsos (dos, rotos y de cuero) y saca un cilindro envuelto en papel de diario. Segundos antes de esto, puedo percibir en él un olor fuerte a cebollas. No de su boca, todo él era olor fuerte a cebollas. No sé si el énfasis en los olores (ajenos) se me contagió de Jean-Baptiste pero me resulta inevitable dejar de hacer esta observación con la nariz.
Olor a cebollas. Fuerte, ajustado con vino seguramente.
Y al momento de sacar ese cilindro, que a los dos segundos pude descubrir de qué se trataba, el olor cambió de origen: Era el olor a una bebida alcohólica. No vino, no cerveza. Algo más sólido.
Cuando se llevó el envoltorio a la boca y bebió de dos sorbos eternos el contenido que ignoro, el olor ya flotaba alrededor como estrellitas después de un golpe.
El hombre mago hizo desaparecer la botella y seguidamente hundió las manos en el otro bolso.
Sacó un librito Corín Tellado y se puso a leer. Se movía levemente de adelante hacia atrás, y cuando llegaba a una parte que yo intuyo más intensa, se quedaba quieto. Quitaba el libro de sus ojos volteándolo sobre su falda y miraba mis manos.
Doy testimonio que en tres oportunidades hizo esto y no miento.
Mi memoria en fuga no pudo retener el nombre del librito. El jinete de la Fortaleza, La Fortaleza del Jinete, en fin. Imposible traerlo a mi.
Cuando los ojos de este hombre buscaban en mis manos algo, una respuesta, una salida, un remedio me sentía fuerte.
Quizá el libro hablaba de mí, de mi fortaleza.

El ego nos idiotiza, sin dudas.

Bajó antes que yo y se perdió entre el calor y la gente del sábado.
Hoy me sentí fuerte a través de la debilidad ajena.
Por un rato fui La Fortaleza del Jinete.

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2 Comments:

Blogger El Kalo Andino said...

La fortaleza del jinete,me pego un cachetazo que en la decidia del tiempo cortito de mi mañana, se conviertio en caricia... alli donde tenia una atrevida arruga de mercurio,en la venerea opaca de los derrotados... guardo una fuerza que se tensa como el arco... tratare de ser un arquero de ojos cerrados...certero en la ceguera...mas sencillo en el encandilamiento...(
como dice el Flaco,entre las bocanadas de Don Juan, " y un guerrero no detiene jamas su marcha", o sino que barajen de nuevo los suicidas de este rio.
Gracias cocinera y un bexo...

febrero 07, 2007  
Blogger El Kalo Andino said...

La fortaleza del jinete,me pego un cachetazo que en la decidia del tiempo cortito de mi mañana, se conviertio en caricia... alli donde tenia una atrevida arruga de mercurio,en la venerea opaca de los derrotados... guardo una fuerza que se tensa como el arco... tratare de ser un arquero de ojos cerrados...certero en la ceguera...mas sencillo en el encandilamiento...(
como dice el Flaco,entre las bocanadas de Don Juan, " y un guerrero no detiene jamas su marcha", o sino que barajen de nuevo los suicidas de este rio.
Gracias cocinera y un bexo...

febrero 07, 2007  

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