Murciélago

La penumbra era su pan del día.
Escribir era su cometido.
Amar su tormento.
Sufrir su sentido.

Le habían dicho, contado, detallado cómo era el mundo,
el mundo que abordaba desde las manos y su oído.

Un día lo quiso contar él.
Escribió con olores propios su propia historia.

Y sus palabras se confundían con el viento
y el cielo con su verdad.

Escribía con el ritmo del aire,
escribía cosas que no veía.

Escribía a plantas inmóviles que se abrían al sol que no lo cegaba.
Para él amanecía en vano.
Y cuando el día alzaba la cabeza, sentía la crueldad en su piel.
Y también de eso escribía.

Y para él la noche era amargamente infinita.
Y escribía al infinito como si hubiera estado ahí.

Escribía para refugiarse de los ojos que lo encadenaban.
La noche es negra sin lugar para los ciegos, escribía.

Escribía para compartir el espanto de su vacío.
Y también para borrarlo todo.
Escribía sobre la luz que posaba en su nuca, que todos veían y él a penitas imaginaba.

Sentía la noche viva pero escribía sin efecto como un muerto.
Las sombras se le antojaban rebeldes, insensatas.
Y hablaba de colores cuando escribía:
El verde sol, la risa gris.

Escuchó de un poeta que
la tierra es azul como una naranja
y que
las avispas florecen de verde ,
y sintió por primera que su soledad se sostenía y apoyaba.

Y esperanzadamente, escribía de los astros que nunca nadie jamás vio,
describió viajes al silencio y cerró los ojos para verlo todo.

Escribió delante de espejos rotos y las letras se dividían. Así sus palabras se leían dobles y se revelaba el revés de la trama.

Y pudo mostrar lo que los videntes no ven,
detrás del humo de las palabras por donde todos estamos unidos.
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La fotito es de un álbum del Sr. Stevie Wonder, "Journey Through The Secret Life Of Plant" y el poeta que se menciona y plagia amorosamente, Paul Éluard.