domingo, octubre 08, 2006

Arania


Supongamos que esto lo sé porque alguien, buen contador de historias, me lo dijo. O fue un chiste mal contado y ahora mal recordado.
Supongamos que gran parte de la historia la olvidé. Me convertí entonces en una intérprete de otra historia que ahora es ésta. El que la conozca, sabe cuánto me olvidé y cuánto la desconozco.
Supongamos que había un personaje principal, un animal o un insecto, una araña precisamente, un adiestrador y científicos.
Supongamos un experimento. Establecida mi maraña de impresisiones, la historia que interpreto seguramente no decía así:
Amaestrada sin piedad la araña caminaba hacia el sonido que emitía su adiestrador. No había nada que la frenara, ni siquiera distancias imposibles. La araña incesantemente, caminaba hacia el sonido. Ése era el motivo de su existencia. Se convertía en delgadez suprema, en mercenario, en tractor. Jamás hasta la fecha había esquivado su amado deber.
Los científicos estaban dispuestos a probar lo que hasta ahora y en estas condiciones dichas parece imposible.
Sobre una mesa de laboratorio blanca y dicroica, con una cuota necesaria de anestecia para anular el dolor más no la conciencia, amputan dos patas traseras del insecto. Sin asombro apuntan en sus cuadernos lo que ven. Quizá haya sido por la simétrica intervención, pero la araña conservaba su rapidez hacia el sonido y ahora además tenía cierta gracia por su movimiento pendular que le producía su nueva condición.
Considerando que aún quedaban tres pares de patas, podemos pensar que esto recién empieza.
En la segunda intervención, sobre esa misma mesa no tan blanca y aún dicroica, se veían reposar muertas cuatro patitas peludas en un frasco. La araña mutada a cuadrúpedo (adjetivo esdrújulo), no olvidaba su sentido: sin dificultad, sin prisa, sin pausa, iba al sonido. Los apuntes científicos seguían sin asombro describiendo lo que tenían ante sus ojos. O sea, escribían lo que creían ver.
Siguieron dos intervenciones más. En la primera, la araña con su renguera de estreno mostraba un método simpático de traslado: Cabeza, pata, cola, otra pata. Cabeza, pata, cola, otra pata. Si uno no supiera que las arañas son sólo eso, hasta se podría decir que se estaba burlando de la ciencia.
Pero en la última intervenión, donde la mesa sin blancura y extremadamente dicroica lucía la colección completa de patitas peludas, cuando la araña temeraria, sumisa y placenteramente obediente, la araña imparable no pudo avanzar, sus ojos, miles de sus ojos de araña, miraron al mundo de la ciencia pidiendo respuestas. Y esta vez también sin asombro, los científicos alcanzaron aquello que parecía imposible probar.
Abrieron por última vez sus cuadernos y concluyeron:

"Cuando la araña no tiene más patas, se vuelve irremediablemente sorda"

Etiquetas:

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Dos veces me contaste esto y las dos veces fueron distintas pero divertidas. Hoy escucho este cuento con tristeza ¿me equivoco?
Grandes besos para tu gran corazón.

octubre 11, 2006  
Blogger ema déborah finzi said...

Desde una calle desconocida llegué hasta acá y me gustó. Los vericuetos que conducen a los blogs son un laberinto con salida.
e.

noviembre 01, 2007  
Blogger ema déborah finzi said...

... y los vericuetos que conducen al tiempo en los blogs. No me había dado cuenta de que empecé a recorrer éste y dejé el mensaje en una entrada del 2006.

noviembre 01, 2007  

Publicar un comentario

<< Home