martes, octubre 17, 2006

subway

Varias noches sin dormir hacen que gire en una rueda falsa.
Parece que pienso. Simulo trabajar. Ensayo concentraciones. Hago sin hacer.
Pero lo que sigue en mí, lo que no cesa son mis viajes.
Viajo al pasado con boletos de vuelta. Viajo a otras vidas. Me subo a la historia ajena con sólo mirar detalles.
Y el lugar más propicio es el subte, sobre todo si es viernes.
Este viernes, además, tiene su propia gravidez. Es el último viernes, el primer viernes.
Llueve. Las escaleras que descienden al tren están mojadas. Pisadas aguadas de barro de viernes.
La cabeza está llena de pasado. Viene el ayer tormentoso, feliz, redondo como un sueño.
Espero un tren vacío.
Quiero sentarme. Hoy va a ser como el último viaje.
Es más fácil vivir otras vidas desde la comodidad.

No hoy, no mañana, algún día... te gustaría ser mi mujer?

Sentada en el medio de un asiento largo, miro al mundo que me rodea.
La mujer a mi lado lee un libro de Saer. ¿Qué la lleva leer un libro que dice (según mi ojo curioso que se estira): "...su narcisismo egocéntrico hacía que se aislara del mundo..."? Antes de no responderme, pienso que conozco a gentes así, aisladas, sólo rodeadas de ellas.
El paraguas mojado del pibe gotea. Él menea la cabeza al ritmo decadente de su mp3 que aúlla a lo lejos un ritmo cumbiero.

Fagocitosis, una obra de teatro inconclusa.

La parejita bajará seguro en la estación Facultad de Medicina. Ella es bonita, él creído. Y le cuenta para pavonearse lo bien que le fue en el examen, que sabe que de no haber elegido ser médico, hubiera sido un excelente escritor. Ella sonríe y parece no creerle. Conozco de memoria esas sonrisas que son para complacer al otro, mas no para uno.
Un chico tortura su celular. Es notoriamente lindo. De arriba a abajo. Lo miro de reojo más de una vez hasta que mira. Y las miradas se cruzan, interceptan, chocan y chispean y todo termina porque es así.

Vos pedís hasta cuando das.

Morocha, bien vestida. Siente que pertenecer tiene sus privilegios. Cuelga de su cadera de escasos 90 cm. la tarjeta magnética. Accede con ella a un mundo ficticio, pero ella lo cree cierto. Bolsas de Zara y Uma confirman la farsa. Al lado, no más lejos que al lado de su mundo, está también otra mujer que parece haberse vestido a oscuras. También con bolsas. Dos exactamente. Una de Gimo´s y otra de Montagne, ésta última conteniendo un tupper parado que sobresalía sin delicadeza junto con una botella de agua mineral sin agua. Dos mundos, dos vidas, dos realidades, dos mentiras.

Me siento desilusionado.

Entre este mundo subterráneo y el mío ya no sé con cuál quedarme. Lo extraño es que me lo planteo como si tuviera que elegir.

Vos te querés casar conmigo?(silencio stampa)

Una pareja recién nacida se besa. Un dolor me sube del estómago, un desagradable y envidioso dolor. Hablan de la cena, se dicen cosas con las manos, ella se acurruca en la cara de él. Se van a llamar cuando salgan del trabajo, se dicen te quiero, se besan más, llamame si querés, mandame un mensaje. Promesas subterráneas.
Él baja conmigo en Tribunales. Delante, va la rubia ajustadísima en un Ona Saez gris. Él, se le mete en el bolsillo trasero y la sigue hasta donde puede. Si pudiera, se iría con a contarle los lunares que se asoman en sus hombros. Y ella lo sabe, lo intuye, lo disfruta. Ella, tan prolija, pelo giordano, mix de nadie y kosiuko, máscara de pestañas a prueba de agua, ella, toda enmascarada, sin arrugas visibles, sin falla a la vista.
Para cuándo un botox que borre la hipocresía?
Para cuándo una silicona que llene el vacío existencial?

Una apuesta a ciegas que hizo saltar la banca, eso sos para mí.

Doblo en Córdoba. El subte quedó atrás. Las historias de los otros, las mías, el pasado que rebota, todas las historias están acá.

Si te quisiera más, me destriparía.

A ver qué sale.

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1 Comments:

Blogger Leandro said...

¡Mierda que tenías cosas para decir! Me encanta la forma que tenés de escribir, aunque sea a veces descuidada. O justamente porque a veces es descuidada. Parece un torrente imparable, tenés una mirada inquieta, y una buena mano: que la segunda no deje de hacer uploads a la web las cosechas de la primera.

octubre 19, 2006  

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