Onírico
En una mesa de luz que no elegí tengo un cuaderno.
Tapa blanda, 24 hojas, berretón y con dibujos de animales salvajes conviviendo inocentemente.
El cuaderno alberga algunos retazos de noches, sobresaltos, incertidumbre y confusión.
Hago el exorcismo de escribir lo que sueño.
Ayer. Hoy.
12y30.
Día de estreno.
Desperté por la ausencia de ruidos y luz. Inmediata y automáticamente miré la ventana.
Me dormí, supongo, al instante y aparecí en un lugar idéntico a uno conocido.
Estuve ahí con un antiguo amor. Una escuela de cine ó actuación, algo así era.
Estaba en el presente, estaba hoy.
Una cocina dejaba filtrar ruidosos olores norteños.
Gente que iba con bandejas llenas, gente que no conocía caminaba llevando comida a otros lugares.
Una cocina cálida y amable.
Ahí estaba el chico que me contaba, lanzándome al abismo, que se iba a vivir a una comunidad.
Lloré sin lágrimas, con el corazón amargo pegado al hígado.
Mágicamente él se convirtió en mujer. Mujer de alta cocina tradicional, con delantales azules y manos curtidas de ponerle sazón y miel a los platos.
El asombro no es patrimonio de la noche que sueña.
-¿Podemos hablar un poco?
-Ahora no- dijo. Voy a cocinar.
Y juntó sus manitas detrás de la espalda, adornando con prolijidad ciega el delantal sin manchas.
Me explicó como queriendo aquietar mi temblor.
Iban a vivir varios, cultivarían, pedirían plantas a Lucas (un personaje de algún trabajo que fue mencionado al pasar)y tendrían un bienestar emocional.
Que él(ella) tenía la intención de vivir conmigo, claro que sí, más no tenía ganas.
Intención sin ganas.
Qué claridad tienen los sueños.
Mientras esto pasaba, las palabras me llegaban lejanas, como si la voz se hubiera separado de ese ser hermafrodita.
Yo caminaba y lo seguía, cada vez más cerca para escuchar lo que no entendía y entender lo que no escuchaba.
Hubiera dado lo mismo estar dentro de él.
La voz venía de otro lado.
Y como no sólo la voz, sino todo él, toda ella, todo ese escenario venían quién sabe de donde para no clarificar sino todo lo contrario, al no descubrir el por qué de todo eso, me desperté.
Me desperté como si tuviera poder para hacerlo.
El diablo en el pecho es, algunas veces, extremadamente pesado y perturbador.
Y me lo quito cuando puedo, porque a veces ni contándoselo a los animales custodios da resultados.
Abro los ojos mortificada, busco el aroma de algo presente para aferrarme a la realidad.
Y me duermo un rato más con la esperanza que al ratito el diablo y la yegua ya se hayan ido.
Etiquetas: platos soñados
4 Comments:
No será inútil recordar los nombres de la pesadilla. El nombre español no es demasiado venturoso: el diminutivo parece quitarle fuerza. En otras lenguas los nombres son más fuertes. En griego la palabra es efialtes: Efialtes es el demonio que inspira la pesadilla. En latín tenemos el incubus. El íncubo es el demonio que oprime al durmiente y le inspira la pesadilla. En alemán tenemos una palabra muy curiosa: Alp, que vendría a significar el elfo y la opresión del elfo, la misma idea de un demonio que inspira la pesadilla. Y hay un cuadro, un cuadro que De Quincey, uno de los grandes soñadores de pesadillas de la literatura, vio. Un cuadro de Fussele o Füssli (era su verdadero nombre, pintor suizo del siglo dieciocho) que se llama The nightmare, La pesadilla. Una muchacha está acostada. Se despierta y se aterra porque ve que sobre su vientre se ha acostado un monstruo que es pequeño, negro y maligno. Ese monstruo es la pesadilla. Cuando Füssli pintó ese cuadro estaba pensando en la palabra Alp, en la opresión del elfo.
Llegamos ahora a la palabra más sabia y ambigua, el nombre inglés de la pesadilla: the nightmare, que significa para nosotros “la yegua de la noche”. Shakespeare la entendió así. Hay un verso suyo que dice I met the nightmare, “me encontré con la yegua de la noche”. Se ve que la concibe como una yegua. Hay otro poema que ya dice deliberadamente the nightmare and her nine foals, “la pesadilla y sus nueve potrillos”, donde la ve como una yegua también.
Pero según los etimólogos la raíz es distinta. La raíz sería niht mare o niht maere, el demonio de la noche. El doctor Johnson, en su famoso diccionario, dice que esto corresponde a la mitología nórdica —a la mitología sajona, diríamos nosotros—, que ve a la pesadilla como producida por un demonio; lo cual haría juego, o sería una traducción, quizá, del efialtes griego o del incubus latino.
Hay otra interpretación que puede servirnos y que haría que esa palabra inglesa nightmare estuviese relacionada con Märchen, en alemán. Märchen quiere decir fábula, cuento de hadas, ficción; luego, nightmare sería la ficción de la noche. Ahora bien, el hecho de concebir nightmare como “la yegua de la noche” (hay algo de terrible en lo de “yegua de la noche”), fue como un don para Víctor Hugo. Hugo dominaba el inglés y escribió un libro demasiado olvidado sobre Shakespeare. En uno de sus poemas, que está en Les contemplations, creo, habla de le cheval noir de la nuit, “el caballo negro de la noche”, la pesadilla. Sin duda estaba pensando en la palabra inglesa nightmare.
Ya que hemos visto estas diversas etimologías, tenemos en francés la palabra cauchemar, vinculada, sin duda, con la nightmare del inglés. En todas ellas hay una idea [...] de origen demoníaco, la idea de un demonio que causa la pesadilla. Creo que no se trata simplemente de una superstición: creo que puede haber —y estoy hablando con toda ingenuidad y toda sinceridad—, algo verdadero en este concepto.
(Jorge Luis Borges, "Siete Noches")
Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.
No quepo en su boca, me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.
Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión
SILVIO RODRIGUEZ
Uno puede despertarse porque tiene el poder de hacerlo. No es, definitivamente, un hecho hipotético. Una vez, en un sueño, me cansé de hablar con mi viejo por milésima vez, y le avisé que estaba muerto. Entonces me desperté y no soñé más con él.
Claro que la vida es un sueño, yo estuve en coma 4. Internado en la clinica colegiales, estuve muerto cinco dias pero sin embargo estoy vivo y coleando.
Ahora yo no se si fueron cinco, dias, meses o años. Quizá me paso como "50 first day" o "El dia de la marmota". Quizá también mi propia vida sea el show de la verdad o sean mentiras verdaderas.
Claro que nunca me enterraron o desconectaron(como dicén mis amigos: te desconectataste de la internet)
Muy bueno tu blog te felicito
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