Extraño
Hay tanto y tan poco para extrañar que por haber tanto tan poco, se me dado por listarlo.
Extraño a mis favoritos. Y el insoportable respirar de mi pecé.
El mate, el café con leche, la ausencia de cucarachas en la cocina.
El gin con hielo y limón.
A veces extraño hablar con adultos.
Extraño estudiar. Y el poder de concentración que se ausenta cada vez más.
Oír el Himno Nacional todas las noches. Todas.
Extraño mi lavarropas y mi cepillo de pelo.
Mis hijos. Especialmente de tarde.
Extraño el paladar de los 10 años. Y las fotos que aún no saqué.
Extraño mi otro cuerpo. Y su imagen especular.
Extraño el olor a Santa, que defino como mezcla de olores marinos y garrafas.
La luz natural. Y la artificial que nunca se acaba.
A mi abuelo, que veo venir del pasado con un huevito batido con vino oporto.
De tanto en tanto, extraño a Alba y su famosísimo mondongo.
Extraño la familia que nunca tuve. La hija que nunca fui. La madre que no soy.
Y extraño con levedad, un poquito, de vez en cuando, sólo un lapso mínimo de tiempo:
- Los chinchulines
- Bailar lentos
- Cantar en latín fónico
- Hablar hasta que se corten los cables
- Mirar otra vez, una vez más, mil más Felices Juntos
- Mojar el pan en la salsa
- Dormir las noches enteritas
- Caminar 6km diarios
- El profesorado
- Los alfajores con azúcar impalpable
- Los Sugus ácidos para lamer infinitamente
- El pan de Viena
- Las ollas a presión
- A Charli, a Zulema, a Dora y a Marta.
- Las pastillas Billiken, todo un símbolo de amor paterno.
- Las tazas azules cachadas de Batman y Robin
- Al Topo Giggio
La lista sigue hasta el escándalo. Hay tanto y tan poco por extrañar.
Extraño a mis favoritos. Y el insoportable respirar de mi pecé.
El mate, el café con leche, la ausencia de cucarachas en la cocina.
El gin con hielo y limón.
A veces extraño hablar con adultos.
Extraño estudiar. Y el poder de concentración que se ausenta cada vez más.
Oír el Himno Nacional todas las noches. Todas.
Extraño mi lavarropas y mi cepillo de pelo.
Mis hijos. Especialmente de tarde.
Extraño el paladar de los 10 años. Y las fotos que aún no saqué.
Extraño mi otro cuerpo. Y su imagen especular.
Extraño el olor a Santa, que defino como mezcla de olores marinos y garrafas.
La luz natural. Y la artificial que nunca se acaba.
A mi abuelo, que veo venir del pasado con un huevito batido con vino oporto.
De tanto en tanto, extraño a Alba y su famosísimo mondongo.
Extraño la familia que nunca tuve. La hija que nunca fui. La madre que no soy.
Y extraño con levedad, un poquito, de vez en cuando, sólo un lapso mínimo de tiempo:
- Los chinchulines
- Bailar lentos
- Cantar en latín fónico
- Hablar hasta que se corten los cables
- Mirar otra vez, una vez más, mil más Felices Juntos
- Mojar el pan en la salsa
- Dormir las noches enteritas
- Caminar 6km diarios
- El profesorado
- Los alfajores con azúcar impalpable
- Los Sugus ácidos para lamer infinitamente
- El pan de Viena
- Las ollas a presión
- A Charli, a Zulema, a Dora y a Marta.
- Las pastillas Billiken, todo un símbolo de amor paterno.
- Las tazas azules cachadas de Batman y Robin
- Al Topo Giggio
La lista sigue hasta el escándalo. Hay tanto y tan poco por extrañar.
Etiquetas: desde mi cocina
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