jueves, enero 25, 2007

Fracaso


Busco, una y otra vez, las palabras que sobresalen de estos turbios pensamientos. Rastreo en ellas, con esperanza cándida.
Quiero descubrir la llave que abra la puerta de la memoria y escribir un pasado nuevo.

Me propongo entonces un viaje al fondo del mar mío y trato de no dejarme ensordecer con mis propias sirenas, no sucumbir en la marea y nadar hacia allá, lejos.

Me confunde lo profundo del ayer y tomo distancia.
La tardecita se apura en traerme la noche en bandeja. Una noche llena de ensayos y errores que me llevan a un rotundo fracaso.

El tiempo pasa, sobra, rebalsa, hunde y yo no puedo manipularlo.
Cada porción de memoria que quiero liquidar se reimprime sobre el cemento fresco de mi olfato, de mi oído perfecto, en la lengua.
Rotundo fracaso, ya dije.

También yo... a quién se le puede ocurrir?

Así vencida me brindo a la imperfección de lo que fue y ya no puede ser ninguna otra cosa.
Y no insisto más en desanudar los dolores mal nacidos, dejo todo en ese límite desesperanzado del ayer.
Dejo la obstinación de poner en contramano el reloj metafórico de lo que fui.

Soy más que la circunstancia del pasado que me tocó como vara sin magia.
No puedo renunciar a lo vivido. No hay telegramas ni preavisos.
No hay intento que valga.

Me quedo entonces flotando, ciega hacia la luz que vendrá y que será a partir de mañana un nuevo pasado, tan igual, tan distinto al de hoy.

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