Olas
Hace años, ella viajaba sentada con el talón derecho pegado a la cola ensanchando la pierna contraria, haciéndose más visible la gordura de la zona.
Así el cuerpo se dormía a la altura de las piernas, entre 25 y 40 minutos de iniciado cualquier viaje.
Cuando viajaba al encuentro del amor, siempre le pasaba lo mismo.
Quizá necesitaba adormecer algo.
Una anestesia para soportar sentir tanto o tan poco.
Es que a veces no toleraba el sentimiento crudo.
Era como caminar con piernas ajenas.
Caminar hacia los brazos,
los besos,
la tormenta emocional del otro,
ese otro mínimamente simétrico en ese mismo momento.
Por suerte, los malos amores pasan.
Las manías y los miedos también.
Hoy se pone alertas, se despabila sin conciencia.
Va atenta y flojita al improvisado oleaje.
Le perdió el miedo al remolino,
a la feliz coincidencia.
Se deja gustosa.
Cede todo por un rato
Y al ratito juega a dirigir con sus propias reglas.
Y no hay fórmulas ni métodos.
Todo se inventa, todo se puede.
La doma la intensidad del amor
Y se abandona encantada, despierta, viva.
Etiquetas: desde mi cocina
1 Comments:
Hablás de vos en tercera persona, acá, todo el tiempo.
¿Qué significará? Para vos, digo.
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