Intruso
El pulgar derecho recorría la aspereza del índice. Tironeaba la cinta blanca deshilachada que tapaba la carne al rojo vivo en su tercer falange. Al fin estaba a punto de expulsar al intruso. De forma traumática y sutil a la vez, día a día fui poniendo gota de arroz de ácido sobre el huésped. El ácido viajaba hacia el centro sin prisa y sin pausa. Sólo era cuestión de días nomás.
Mientras esto pasa, el índice disfrazado de momia ni sabe. Se moja en mi lengua, cuenta hojas y peajes, teclea la jota ahora mismo. Intentar ver la profundidad de la herida es tan apasionante como ver fotos viejas de gentes desconocidas. No sé bien por qué, pero así me pasa.
El cuerpo aloja extraños. El cuerpo, poca veces los expulsa.
Mientras esto pasa, el índice disfrazado de momia ni sabe. Se moja en mi lengua, cuenta hojas y peajes, teclea la jota ahora mismo. Intentar ver la profundidad de la herida es tan apasionante como ver fotos viejas de gentes desconocidas. No sé bien por qué, pero así me pasa.
El cuerpo aloja extraños. El cuerpo, poca veces los expulsa.
Etiquetas: desde mi cocina
4 Comments:
Bienvenida a este mundo irreal que se las apaña con fuerza para hacernos creer que existimos de verdad aquí, y que los demás existen también; bienvenida a esta iglesia de fantasmas, de ritos desesperados.
Bueno como no tengo demasiada idea de toda la custion cibernetica, me quedo con lo escrito en el block sobre todo la de la casa, por identificacion y otras cuestiones.-
Besotes grandes
y ahora que hago pa que llegue???!!!
Esa es Vale?? mi amiga Vale?? Cuantos recuerdos. Otro extraño que expulsó la carne.
En mi dedo índice también se aloja un intruso!!! es el dedo vendado el que impulsa a escribirte este comentario... se identificó el pobre. Saludillos...
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