InconexoS

Dibujándonos (Lección Número Uno)

Con un lápiz en la diestra tome un papel cualquiera.
Dibuje un sueño amarrado a un árbol
El árbol empezará a otoñar y quedará desnudo
Con el sueño de taparrabo, dibuje las hojas a sus pies.
Divida la hoja en dos y en el extremo superior dibuje la noche de gala.
Haga dos estrellas. Y al lado del árbol, tres más.
La noche, mirándose en el otoño imitará al árbol.
Tire al piso todas las estrellas que ahora se mezclan con las hojas.
Por último, autorretrátese pisando las hojas
mientras sus pies sangran al filo de las estrellas.

Claustrofóbica (La más mía, tan cercana)

Me equilibro en el fuelle que une vagón con vagón.
Un ventilador hace su tarea disfuncional sobre mí.
Leo y bamboleo un libro al ritmo subterráneo,
desatenta de estaciones, metida en el fraude de otro mundo.
Y el mundo subterráneo tiembla instalándose el terror en la boca.
Yo soy el mundo pero espero que no se perciba,
que no se note el pánico, la locura, mi idiotez ante el encierro.
Pero hasta las letras del libro empiezan a correr por las hojas
y el sudor frío me avisa que voy a perder la poca razón,
voy caer y huirán todas las palabras,
en la próxima estación correrán escaleras arriba
Y me voy a quedar sola, desairada, en blanco.
Igual que mi libro mudo.

Confirmado (Capaz que al final, dios existe)

El domingo pasado
en horas que no puedo precisar con exactitud
mientras comía camarones y arroz doble carolina
limón de mis limoneros
cocina de mi mejor autor
fallándome un Navarro Correas 2005
tevé con flores rotas
y un warren beatty que hoy dudo haya estado ahí,
sentí el aliento de dios en todas partes.
Y si bien esto no confirma su existencia
todo lo que vino después, posiblemente sí.