domingo, abril 13, 2008

Año nuevo

Hay momentos que los filtros dejan de funcionar, se anulan y desvanecen.
La lógica conocida se hace desconocida.
Nos entra el mundo con la brisa pegajosa del nuevo año,
en las letras de las canciones,
en el calor de la baldosa que sufre el pie desnudo,
en las pisadas del perro de Inés que se oyen venir de la cuevita.
Nos hacemos uno con un mundo real y no hay modo de resistirse.
Y así, como voy a contarlo, se corporiza algunas veces la felicidad.

Violeta y Dorado

Yo estaba cantando en un inglés intratable.
Un sillón violeta se expandía bajo mi cuerpo
y se me amoldaba en aquella tardecita de San Telmo.
Aún así, en la comodidad corporal
de la placidez de imaginar mis pies escondidos en un río
fluyendo desde mi puff devenido a gomón imaginario
en un afluente mental del delta,
mi cabeza estaba sin sostén y en el aire, un poco tensa.
Y allá lejos, sobre una cornisa real
divisé un almohadón dorado que sería todo un lujo para mí.
Me levanté y caminando como Moisés sobre mis aguas imaginarias
amarré el dorado sostén a mi cabeza.
Y así, al ritmo de la casada musical
me deslicé hacia abajo sin motivos ni pensamientos.

Black Bird

Repito. Cantaba a los Beatles pésimamente.
Pero cuando la música adquiere la actitud de meterse
y se hace membrana en el cuerpo sintiéndose en el reverso de la piel,
en la aspereza del paladar que se deja atravesar,
cuando ya no hay lugar en mi mundo desinhibido
que esté ausente de esa música que además es bonita por sí misma,
mi voz me recompensa tal cual lo haría un pájaro negro.

Terraza y lago

Estábamos contra la pared que daba sombra
El mundo era una marioneta de la música.
La brisa jugaba con el mantel levantando su pollera como con Marilyn
y a ninguno se nos movía un pelo.
Platón a mi lado me exhibía su lengua perruna de chicle.
El Pipi buceaba un pág/12 del último año.
La bikini azul invadida por una psicóloga dormía la siesta.
Él, mezcla de Iggy Pop, bajista y exterminador, se ausentó sin aviso previo
pero volvió con sonrisas para todos.
Y la traductora de métodos poco usuales disfrutaba leyendo en el vaivén paraguayo.
En mi gomón violeta yo recorría la escena
amarrada con alfileres en la pared de la sombra.
Al regresar del viajecito músico-mental todos habían rotado de sus lugares,
como si me hubiera perdido precisas movidas veloces.
Igual, todo encajaba.
El tiempo roncaba a nuestros pies y nada había que nos sacara de ahí,
de esa sensación de lago donde todos flotábamos sin más deseo que no desear.

Así fue, en ese largo día, la auténtica felicidad de la nada.

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8 Comments:

Blogger EmmaPeel said...

beatles, remoje de patas y vaivén paraguayo

qué más se puede pedir?

salutti!

abril 14, 2008  
Blogger capitanfla said...

Guau.

¿Estuvo un rato con Dalí?

abril 14, 2008  
Blogger Javier Galarza said...

una fiesta sinestésica donde en desarreglo de los sentidos, la música es palpable: las canciones beatles nunca fueron otra cosa que puertas dimensionales.
esa extraña euforia que flota en el aire en día de años nuevo.
habitar la nada, en el éxtasis de la contemplación psicobudista, permite comenzar a dibujar sobre el blanco sentidos ciertos.

abril 14, 2008  
Blogger meridiana said...

Bello Morgana!!! esto transpira un aire de Lost in the Space del bueno, perderse por donde adquiere un sentido de otra cosa.

Justamente extraviarse a gusto.

Lo linkeo para Cruce Territorial de Meridiana

un beso

Lilián

abril 14, 2008  
Blogger Asterion said...

Hmmm... los Beatles mucho no me gustan, pero de lo que fumó, fumaría.

abril 15, 2008  
Blogger Bombón Asesino said...

Un mundo de sensaciones, Morg!!!! Besos

abril 15, 2008  
Blogger Mari Pops said...

como siempre, MARAVILLOSO Morgui!
besos

abril 16, 2008  
Blogger Lola said...

Ahora miro el puff violeta con otros ojos. No cualquier puff puede jactarse de haber sido gomón de artista. Gracias por avisarme que había pintado este cuadro. La veo como un Velázquez acuático reflejado en el espejo del recuerdo.

Cariños retro de La traductora de métodos poco usuales.

noviembre 30, 2008  

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