Un día
vendrán cigüeñas virtuales.
Los niños verán la luz antes que la luz,
serán elegidos,
contorneados y moldeados.
Los desearán de un sexo determinado,
un color, un olor, un tamaño.
Con un modo, un defecto,
mil virtudes, una falla.
Una perfección prevista.
Sabrán de ellos antes de ser ellos.
Quizá sea así.
Los niños tendrán su carta astral
antes de ser concebidos.
Todo se sabrá de ellos.
Y los diseñadores genéticos se reunirán,
como ahora ante un simple monitoreo
y nos dirán:
Su hijo será un varón .
Estatura mediana, un poco tímido.
Apocado, ojos brillantes y tristes.
No será un líder nato,
no hará revoluciones,
tendrá un lunar en la sien y paciencia infinita.
Varios resfríos leves, ninguna enfermedad mortal.
Tendrá hijos que no conocerá
y los reconocidos serán como él.
Rozará una sola vez la felicidad
y obviamente no le alcanzará.
Vivirá anónimamente.
Morirá en el anonimato.
y con todas las cartas en la mano,
sabiendo de antemano su destino,
seremos los dioses de este tremendo mundo.
Y diremos, seguramente:
“así no lo quiero.”
Y devolvemos el paquete
que nos decepciona por adelantado.
Devolvemos el futuro y las leyes nos amparan.
Mañana será una vida así,
quizá sea así. Una verdadera mierda.
Etiquetas: desde mi cocina
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