jueves, julio 26, 2007

Ratatouille (souris imaginaire)


Se me puso difícil la situación. No voy a decir que tuve pánico. Sentí algo conocido y no grato, pero no fue pánico.
El pasaje de algo sólido pasando por las venas que se dilatan. Ardor. Asco.
Eso fue básicamente lo que sentí.

Tengo la maldita suerte de tener un oído que, para mí y la mayoría de las veces, tiene un rango de acción mayor que la media normal.
Mi presunción al respecto es fuerte y no me hace falta confrontarla con ninguna realidad más que la mía: Siento ruidos reales que nadie oye.
En la cama, con la única luz y frío que venía del par de ojos del cuarto, sentía cómo algo caminaba entre mis cosas.
Un resucitado pidiendo explicaciones?
Un roedor gimiendo, reclamando por su calvario en las garras de un gato?
Un muerto de amor volviendo de su tumba a suplicar una última oportunidad, perdida desde antes de morir?
Salté de la cama, prendí las luces para que la claridad (que nunca viene de la luz pero en este caso era necesaria) me dejara ver la forma del sonido.
Nada.
Parada sin ropa, miraba la cama que desconocía y reconocía
vacía,
helada
y con los últimos rastros de sudores de días idos.
Ahí no había nada. Sólo un poco de soledad y un ruido que ya no es.
Apagué la luz y me acurruqué entre las almohadas.
Como era de esperar lo sentí de nuevo.
La presencia de la ausencia como un ruido.
Yo que descubrí que necesito muy poco, en ese momento necesité saber.
Me senté en la cama, busqué mirando hacia allá,
recordando las cajas,
adivinando la ropa,
intuyendo los zapatos,
la silla rota de roble.

El que busca en la oscuridad encuentra alguna certeza?
Y ahí lo divisé borrosamente, parado con descaro en el borde de la silla, desorientado, perdido y adivinando el parpadeo.
Si bien esto tenía consistencia y cuerpo, dejé convencerme y culpé a mi inestable imaginación de crear antipáticos roedores que me asqueaban,
a muertos de amor,
a resucitados.
Para fantasmas me bastan los que me habitan cuando quiero.
Los que se invitan sin permiso me dejan temblando en la sombra.
Y lo difícil que es salir de ahí.

Temblando esa noche y unas cuantas más no dormí en ese lugar.

Volví cuando supe que había desaparecido, que ya no era más que un recuerdo.
O cuando dejé de imaginarlo, que para este caso es lo mismo.

Siendo brutalmente honesta, el ratón fue real.
Y su vida , su muerte y su fétido olor post-mortem, absolutamente real.

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3 Comments:

Blogger Unknown said...

"El que busca en la oscuridad encuentra alguna certeza?"

puf, me gusto demasiado

julio 26, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Los roedores se domestican.
Los miedos y las angustias también.
No des como valoración negativa oir en el silencio o ver en la oscuridad, porque es exactamente lo contrario.
Saludos.

julio 30, 2007  
Blogger Pablo said...

Diego vidal, amigo personal. Quiza sea que, que el primero que vio blanco, estaba iluminado desde un principio, cristo en la cruz, o aureola boreal.
p.d: lo saque de un libro llamado "Bariloche", el cual nunca concluí.

octubre 01, 2007  

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