SS
SS tiene caderas que se ponen arabescas todos los sábados por la tarde.
También tiene amores y desamores.
Tiene hijos que amarraría al inodoro antes de ir a trabajar, pero la culpa la amarga y no la satisface.
También tiene amores y desamores.
Tiene hijos que amarraría al inodoro antes de ir a trabajar, pero la culpa la amarga y no la satisface.
La culpa y el amor, así que prefiere dejarlos con zulemanoyoma y su nuevo inquilino, un gato que hace de tal jugando con las lunas cuando nadie se lo permite.
SS trabaja.
Camina hasta el tren, hasta la preciosa estación Rivadavia que nos queda tan lejana dependiendo de las circunstancias.
Camina de ida y vuelta.
Tiene tanto pelo que amarra anhelos perdidos a él.
La boca es tan grande como los ojos: claros y espesos.
Es un cuerpo con muchas aristas. Pedazo de cuerpo.
Es dura de roer, pero cuando el amor la atraviesa se vuelve pluma liviana.
Y se pone exigente si quererlo en esas circunstancias.
SS trabaja.
Camina hasta el tren, hasta la preciosa estación Rivadavia que nos queda tan lejana dependiendo de las circunstancias.
Camina de ida y vuelta.
Tiene tanto pelo que amarra anhelos perdidos a él.
La boca es tan grande como los ojos: claros y espesos.
Es un cuerpo con muchas aristas. Pedazo de cuerpo.
Es dura de roer, pero cuando el amor la atraviesa se vuelve pluma liviana.
Y se pone exigente si quererlo en esas circunstancias.
Exige reciprocidad (casi una locura en los tiempos que corren?)
Un día se permitió un par de concesiones. Los resultados fueron nefastos: un anuncio post-pascual la dejó con la bocaza abierta y maltrecha a la altura del pecho izquierdo.
Entonces, se lanzó con cuerpo y alma a la tarea del olvido.
Evidentemente, un lanzamiento fallido.
Pasaron cosas después.
Los muertos que nunca sepultó se le hicieron carne otra vez.
Quizá sólo se trate de un truco, pero le da permiso a las segundas oportunidades.
Obviamente le da miedo pero apuesta igual.
Ahora concede, se arriesga de nuevo.
Los muertos que nunca sepultó se le hicieron carne otra vez.
Quizá sólo se trate de un truco, pero le da permiso a las segundas oportunidades.
Obviamente le da miedo pero apuesta igual.
Ahora concede, se arriesga de nuevo.
Otra vez como pluma al viento.
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