Deseo

Dos de la tarde y casi otoño.
Hombres babeando ante los últimos escotes de marzo puestos en criaturas.
Media vuelta y giros por una mini de 12 años.
Los uniformes a la hora de las previas parten la cabeza de los que podrían ser sus abuelos.
Todo prolijamente fuera de lugar: el tiempo, las miradas, las ofertas.
El deseo fuera de foco me asusta y da náuseas.
Escena de baño en un comedero con arcos dorados.
Las chicas juegan a ser mujeres. El espejo las desdobla en edad.
Asoman los huesos de un pantalón gigantesco.
Asoman ojeras pasadas de hambre.
Celulares agente 86, mp4 y tecnología que apabulla: Arsenal de vacío.
Hablan tonterías, ellas quieren ser otras.
Deseos de ser menos y de ser más.
Más de lo que no tienen, menos de lo que ya son.
Con apenas horas de tener gateada la vida, ya sufren por no tener.
El deseo de no tener lo que se quiere frustra, insatisface.
Domingo por la tarde. Vivo un volcán en carne propia.
Miro a mi alrededor y hay paz. Todo lo que quiero está ahí.
Tener por lo menos una vez todo lo que se quiere es soberbio y a la vez, es pavoroso.
La atrocidad de sentir el deseo colmado nos deja sin nada.
Yo que pasé por todas esas instancias apagué hace poco las velitas y
al pie de la torta planté tres deseos.
Uno posible, los otros monumentales.
Se acomodan así mis expectativas en el sube y baja.
Ahora, a esperar. Y después veremos, veremos.
Hombres babeando ante los últimos escotes de marzo puestos en criaturas.
Media vuelta y giros por una mini de 12 años.
Los uniformes a la hora de las previas parten la cabeza de los que podrían ser sus abuelos.
Todo prolijamente fuera de lugar: el tiempo, las miradas, las ofertas.
El deseo fuera de foco me asusta y da náuseas.
Escena de baño en un comedero con arcos dorados.
Las chicas juegan a ser mujeres. El espejo las desdobla en edad.
Asoman los huesos de un pantalón gigantesco.
Asoman ojeras pasadas de hambre.
Celulares agente 86, mp4 y tecnología que apabulla: Arsenal de vacío.
Hablan tonterías, ellas quieren ser otras.
Deseos de ser menos y de ser más.
Más de lo que no tienen, menos de lo que ya son.
Con apenas horas de tener gateada la vida, ya sufren por no tener.
El deseo de no tener lo que se quiere frustra, insatisface.
Domingo por la tarde. Vivo un volcán en carne propia.
Miro a mi alrededor y hay paz. Todo lo que quiero está ahí.
Tener por lo menos una vez todo lo que se quiere es soberbio y a la vez, es pavoroso.
La atrocidad de sentir el deseo colmado nos deja sin nada.
Yo que pasé por todas esas instancias apagué hace poco las velitas y
al pie de la torta planté tres deseos.
Uno posible, los otros monumentales.
Se acomodan así mis expectativas en el sube y baja.
Ahora, a esperar. Y después veremos, veremos.
Etiquetas: cocinando para dos
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