Venus (Navidad 2002- 04 de Enero 2008)

Y siguiendo la tradición y el impulso intestino de “hacer lo que se debe hacer”
tomé palita en mano izquierda, mi única diestra al momento de cavar y cavé.
Me topé en el camino con pocas lombrices viscosas y transparentes bichos bolitas
que en otras circunstancias hubieran sido una delicia para rastrear con los ojos.
Y mientras hacía el hueco húmedo, oscuro y vivo,
se me interpuso tenazmente la raíz de la bien llamada planta sanadora de heridas
y mi escaso entendimiento de las 7y30
me escamoteaba un modo dócil y eficaz para erradicarla.
Viniste vos y con esos palos estilo década del 40 que andan por casa
rompiste la terca raíz, agrandaste la inminente cunita subterránea,
le diste cabida a mi deseo, quizá desmesurado, de darle un espacio
cercano a los limoneros, junto a la ventana, a mi gata, mi gatita
que en los tiempos mozos era de mostrar uñas y dientes,
de atacar garroneramente la mano que la alimentaba,
que moría de celos con Karina Rabolini.
La misma gatita que algunas tardes traía sus trofeos de pájaro,
de laucha, de tatadios.
Y cuando el pozo fue suficientemente grande la dejé descansar ahí hasta la próxima era.
Chau, Venus.