miércoles, abril 01, 2009

AUTO ROJO

En esas horas muertas que no son para dormir, para tener frío ni para estar vestida y tirada en la cama, yo estaba ahí.

Inevitablemente la posición obliga a que se expanda el manto sacro del sueño.

Raro. Ahora no recuerdo nada y hace tres segundos lo tenía todo en la punta de los dedos.

Cierro los ojos y los fotogramas van viniendo como espartanos rengos listos para la última batalla.

Y Lo que vi desde el reverso de mí fue más o menos esto.

Llegaba al instituto que a diferencia de años atrás, su entrada tenía grandísimas cortinas doradas y puertas de vidrio del doble del tamaño real.

Estacionaba mi auto rojo, tenía que buscar a mis hijos en algún lugar.

Abría el auto y lo cerraba con una frecuencia de minuto y medio.

En cada apertura recordaba que olvidaba algo en el asiento del acompañante: un papel, un celular, unas llaves.

Caminé por Tronador, doblé en Caldas y toqué timbre en esa casa.

Aunque ya no las veía sabía que las cortinas estaban en una danza solitaria como viudas que jamás se han casado.

Mis hijos no estaban ahí y me fui al instituto que se doblaba en otro, parecido pero no igual.

Yo estaba con ella o él, alguien igual a un detalle irrelevante.

Apenas entré, ahogo y fatiga me entrampaban tanto en la boca como en las piernas.

La imposibilidad de caminar igual que de hablar me arrastraban a un vacío conocido.

Las cortinas frenéticas se enredaban como las capas de los magos que desaparecen cosas imposibles. Y yo era toda una imposibilidad puesta a su servicio.

No podía salir del enredo y además me crecía la desesperación por no encontrar a mis hijos.

La tarde se hacía noche, las cosas se cerraban y la avenida develaba lo hostil haciéndose negra.

Ella ó él tiraban de la tela flameante, que ya tenía más de mi mitad en sus tripas doradas. Zafé como suele pasar en los sueños y en la vida:

Me liberé o me liberaron, no sé con exactitud.

Igual, las cortinas seguían bailando solas, estiraban sus manos de cisnes tratando de tocar mi nuca.

Bajé las escaleras de hielo y el frío, un hilo de humo blanco y entrecortado saliendo de mi boca, me dirigía a la salida.

En la calle todavía quedaban las migas de la tarde rechazadas por la luna. Y con ella ó el me fui al auto rojo.

¿Pero qué auto?

¿Qué auto rojo estacionado en la puerta del instituto?

¿Qué hijos? ¿Qué casa de la calle Caldas?

Lo único que seguía ahí eran las cortinas infinitas en esas puertas como caballos troyanos.

Posiblemente un siniestro. Posiblemente un robo, una grúa. Sí, con certeza un robo.

La verdad de la existencia del auto rojo casi no se cuestionaba, tenía que haber desaparecido por razones tangibles.

El sueño a veces también tiene razones de ser. Y estando en esa vigilia las tenía que encontrar.

En la puerta del instituto el auto no estaba. Y debería haber estado ahí porque ahí lo dejé. En este sueño o en otro, ahí lo dejé.

Me brotaban los motivos como hongos.

Me lo robaron, me robaron las llaves, abrí y no cerré la última vez, dejé las llaves puestas y se lo llevaron fácil. Sí, eso, eso.

Mi desesperación desacompasada con la danza de las cortinas no tenía fin.

Y de golpe, en el medio de mi cama estaciona la verdad, abro los ojos, salgo del reposo deforme, del cepo quimera.

El alma me vuelve sin trampas a la vista, me siento en la cama y miro lo cierto de los libros apilados, la taza de café de hace un rato, la radio con un fútbol parecido al domingo.

Y ahí estaba.

Sobre la Ilíada que recién me regalaron, estaba por suerte inmóvil y sin llaves, estacionado y quieto el ausente auto rojo.


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16 Comments:

Anonymous julian said...

che, que lindo blog. me encanto este relato sobre tu sueño y tambien algunos otros que estuve pispiando.
lindo, de veras.
julian.

abril 02, 2009  
Blogger meridiana said...

Imaginé que esas cortinas que te tomaban por la nuca querían besarte y llevarte, en forma siniestra, seguramente. Pero debieron conformarse con tu auto rojo.
No sé, solo vino a mi mente atravez de tu relato.
Un saludo
Vanesa Aldunate

abril 02, 2009  
Blogger Fogel said...

Morgana, yo siempre soñé con tener un Torino Rojo como ese, si hubiera sabido que vos tenías uno, seguro que me lo habría llevado prestado, para dar una vuelta al menos, en algúno de mis sueños.

PD: Aléjate de las cortinas, please. UN BESO

abril 02, 2009  
Blogger Fogel said...

Morgana, yo siempre soñé con tener un Torino Rojo como ese, si hubiera sabido que vos tenías uno, seguro que me lo habría llevado prestado, para dar una vuelta al menos, en algúno de mis sueños.

PD: Aléjate de las cortinas, please. UN BESO

abril 02, 2009  
Blogger Javier Galarza said...

con la mención a la ilíada me hiciste acordar de este poema del gran osip mandelstam

Tristia

Estudié la ciencia de la despedida
en las calvas quejas de la noche.
Rumian los bueyes y la espera se alarga,
la última hora de las vigilias de la ciudad.
Sigo el rito de esta noche del gallo,
cuando, tras llevar una penosa carga,
los ojos llorosos miraron a lo lejos,
y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de
las musas.

¿Quién puede saber al oír la palabra «despedida»
qué separación nos aguarda?
¿Qué nos anuncia el canto del gallo
cuando la llama arde en la Acrópolis?
Y en la aurora de una nueva vida,
cuando en el zaguán perezosamente rumia el buey,
¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida,
en la muralla de la ciudad agita sus alas?

Y yo amo el hilo de la costumbre,
se desliza la canoa, susurra el huso.
Mira: a nuestro encuentro, como pluma de cisne
vuela ya, descalza, Delia.
¡Oh, mísera trama de nuestra vida,
donde es tan pobre el lenguaje de la alegría!
Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo.
Y sólo nos es dulce el instante del
reconocimiento.

Que así sea: una figura transparente
yace inmaculada en el plato,
como la piel tersa de una ardilla.
Una muchacha, inclinada hacia la cera, la
contempla.

No nos toca adivinar la suerte del Erebo.
Para las mujeres es cera lo que para los hombres
es cobre.
A nosotros sólo en las batallas nos habla el
destino,
y a ellas, les es dado morir leyendo el futuro.

abril 03, 2009  
Blogger Isil said...

dicen que la danza es la expresión vertical del deseo horizontal.

saludos reclusos

Isil(ees el resto de mis posts capaz sacas más info sobre la dama en cuestion; que tanto pero tanto te aqueja pero noo claaro, mejor preguntar y esperar sentadita que toodo pero toodo llegue solito. Ah, y explicado).

abril 04, 2009  
Anonymous Nuestro Vietnam said...

Exquisito, Srta. M.; como siempre.
¡Saludos!

abril 04, 2009  
Blogger { maría } said...

el auto rojo ausente sobre La Ilíada es una delicia.
qué buen menú .
bss

abril 05, 2009  
Blogger Ne O said...

¡Busca la verdad! Search for the truth!

abril 07, 2009  
Blogger Mari Pops said...

un ausente coche rojo sobre La Iliada...mas misteriosa la realidad que los suenios

un beso

abril 08, 2009  
Blogger el_iluso_careta said...

exquisita obra la ilíada...no se pierda la continuación, la eneida...
escuchando 01 Tema de pototo\Almendra - Almendra (1969)

abril 09, 2009  
Blogger meridiana said...

Ese "reposo deforme, esas cortinas que desaparecen cosas imposibles (como la capa de los magos), esos recuerdos en la punta de los dedos..."

Bello escrito de frontera, entre el sueño y la vigilia

saludos
Liliana

abril 11, 2009  
Blogger Lola said...

Pero qué maestría para contar lo que se resiste a ser contado!!! (¿necesitaré su ayuda, además de la de la licenciada de Eleven City, para traducir este libro que me han encargado, sobre cosas bastante lacanianas.)
Usted es una escritora magistral, de bella pluma o teclado, un plato exquisito de gastronomía literaria. Mis reverencias una vez más.

abril 11, 2009  
Blogger G said...

Me dejó consternada (además quería usar esa palabra). Muy bueno, señora. Y el Perlongher.

abril 12, 2009  
Blogger Isil said...

te quebraste??

Y la depilación??

Actualiza que te va a distraer.

abril 13, 2009  
Blogger morgana said...

Julián,
Gracias, vos también tenés lindos sueños y escritos.
Meridiana Vanesa,
Cuando uno está en un sueño, está en esa realidad. Y en ese contexto daba pavor. Siniestro, te juro.
Fogel,
Si tuviera uno más allá de los sueños, le mandaba fotos. Y quédese tranquilo: ya sea por pereza o por falta de ventanas, pero en casa no tengo cortinas. (será pura casualidad?)
Javier,
Si supieras todo lo que disparó el poema, todo lo que me puse a investigar (sí, investigación "google" de bajo vuelo, pero investigación al fin) y todo lo que me enriqueció. Gracias a vos por comentarme así. Gracias.
Isil,
Lo que me decís acá es lo que te dice al oído "esa" que tenés a tu lado? Decile, si es así, que tiene razón. Coincido absolutamente.
Ntro.Vietnam,
Gracias.
María,
El auto era rojo, que no es cualquier cosa, viste?
Ne O,
Yo busco la verdad y cuando lo hago, te encuentro a vos. (Gracias por todo)
M. Pops,
Siempre es más misteriosa la realidad que los sueños. Y además modificable. Los sueños son inamovibles, de ahí que me asusten tanto.
Piluso Careta,
Ud. debería dejar de "escuchar" para empezar a "oir", je. Beso.
Meridiana Lil,
Muchas gracias, besos.
Lola,
Lástima que no nos vimos en los festejos de Eleven City. Y gracias por sus palabras! Beso grande.
Gra,
Espero que la consternación no la haya dejado apenada, jamás tengo esa intención (y prácticamente, digamos las cosas como son, no tengo casi ninguna).
Isil,
Sí, me quebré y yo no me depilo. Soy hippie de la primera hora, con todo lo que eso implica.

abril 14, 2009  

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