Todos mis ojos
Hoy sin tristezas me acordé de él.
El Posadas fue un gigante hecho de laberintos.
Una noche por fin me pude memorizar su inmensidad.
Caminé sobre el hielo y la ausencia de sus pasillos oscuros.
Ya no recuerdo su cama ni el número del cuarto.
Ya no recuerdo las letras en aerosol de los ascensores que jamás usé.
No recuerdo hoy cómo llegué, pero llegué todas las noches.
Mi papá era el cuerpo de un hombre que jamás conocí
en la cama de una habitación que ya ni puedo recordar.
Siempre fuimos dos isleños sin canoas posibles.
En el Posadas me miró desde su naufragio sin palabras
y yo le llené los silencios de algodones con todos mis ojos.
Practicábamos por primera vez el ejercicio descomunal de la mirada.
Las únicas pausas en nuestros ojos eran los parpadeos de la luz
porque la luz en el Posadas parecía un mal presagio
y la muerte un chiste fácil mal contado a diario.
A los quince días mi viejo murió solo en esa cama
pero repleto de todos mis ojos.
El Posadas fue un gigante hecho de laberintos.
Una noche por fin me pude memorizar su inmensidad.
Caminé sobre el hielo y la ausencia de sus pasillos oscuros.
Ya no recuerdo su cama ni el número del cuarto.
Ya no recuerdo las letras en aerosol de los ascensores que jamás usé.
No recuerdo hoy cómo llegué, pero llegué todas las noches.
Mi papá era el cuerpo de un hombre que jamás conocí
en la cama de una habitación que ya ni puedo recordar.
Siempre fuimos dos isleños sin canoas posibles.
En el Posadas me miró desde su naufragio sin palabras
y yo le llené los silencios de algodones con todos mis ojos.
Practicábamos por primera vez el ejercicio descomunal de la mirada.
Las únicas pausas en nuestros ojos eran los parpadeos de la luz
porque la luz en el Posadas parecía un mal presagio
y la muerte un chiste fácil mal contado a diario.
A los quince días mi viejo murió solo en esa cama
pero repleto de todos mis ojos.
Etiquetas: desde mi cocina
23 Comments:
liberados de tristezas, con un profundo dolor.
como recordamos las cosas que importan.
un abrazo sin ojos ni algodones.
Uno no puede impedir que se vayan.
Uno no puede impedir recordarlos con un dolor suave como la llovizna.
morgui
de un cruel existencialismo desde la primera linea, impresionante el lugar, la soledad, lo de islenios sin canoas posibles.
El relato es frio como debe ser la muerte en el Posadas, pero el algodon y el morirse con los ojos repletos de los tuyos una maravillosa y amorosa despedida.
El contraste .
Muy muy muy bueno Morgui y me quedo corta
Tan caprichoso y selectivo el recuerdo como el arte de la mirada
Ya te respondi el email
besos
Que lindo irse repleto de ojos tuyos. Te miro con los míos y te abrazo con ellos. Besos
Uy o ay, no sé. Me conmovió hasta cimientos infinitos esto. Quizá porque llevo en mí la (última) mirada de mi propio padre que murió hace siete meses. Y esos cables, esos aparatos, esos tubos inmisericordiosos. In-miseri-cordes con el corazón precisamente. Y vuelvo a su mirada que después de la operación decía: "así no, así no..., no". Y al otro día decidió dejar de mirar...
bonito recuerdo
llega bien lejos
salutti
Gracias por otro viaje más.
Cuando en el dolor hay belleza, me conmueve. Realmente sublime el texto.
A VECES TRANSMITÍS DE UNA MANERA QUE LASTIMA...AVECES...TE ADMIRO...
hay un punto en que sencillamente todo se deshace...
Wow. Heavy Metal.
Pocas cosas me perturban más que los hospitales.
Al menos lo canalizaste en un escrito...
Lo lei de nuevo y no pude evitar rescatarte del comentario 13 que me molesta un poco que quede clavado ahí. Saludos y espero que estes bien.
todo poesía. mis felicitaciones y gracias por compartirlo.
conozco ese hospital, y por motivos infinitamente más superficiales que los tuyos me parece un lugar muy triste.
leerte es movilizador. gracias
Sigo cambiando de blog. Pido disculpas. Pero sl suyo me gusta mucho. Y este texto es brillante.
triste y bello. eso de siempre isleños sin canoa, silencios de algodones llenos de ojos.
etc etc.
gustazo leerla
tu recuerdo, ahora, es mi recuerdo.
lo importante, en tu caso, balanceado de agridulce.
sabe bien: tu viejo y las miradas.
ah las miradas!
pero... torpe lo mío (por demasiada torpeza)... diría: imprudente fui...quién soy para comentarle a una consumada cocinadora la bondad de mezclar sabores?.
si vuelvo, vuelvo. abrazo.-
morgana, tu texto me ha conmovido profundamente.
quizás porque uno transitó esos pasillos, por esas miradas, por ese lenguaje de puro ojos que hay que rescatar contra todo.
imágenes bellísimas como el naufragio, las islas, los algodones.
pienso en aguas que se retiran, en silencios, en ese algo que se cuela por habitaciones y nos lleva a otra costa, a otra orilla.
un abrazo
Lilián
Feliz día!!!
A veces, en esos últimos momentos de los seres queridos, nuestros ojos amorosos sostienen su dignidad, más allá del dolor y el deterioro de los cuerpos.
Un texto muy conmovedor.
Abrazo
Liliana.
Me molesta un poco que me llamen coemntario 13.
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